Papel I
Pasado el mediodía, al levantarse de unas mesitas de piedra al aire libre, el tiempo apremiante fue víctima del primer deseo compulsivo de compar papel. Desde entonces adquirí el hábito, o posiblemente el vicio. Mesas, anaqueles, gavetas, libreros llenos son la prueba. De las más diversas formas, texturas y colores, el papel toma posesión de mi casa, de mi vida.
Tristemente (dichosamente) mi piedad por los árboles no es más alta que mi amor por el papel.